Cuando éramos pequeños al cava se le llamaba champán y se tomaba en Navidad y para los cumpleaños. Recuerdo que antes de las fiestas, con mi familia, siempre hacíamos una excursión a Sant Sadurní d’Anoia a buscar champán para esos días. Mi padre cada año quería visitar una cava diferente (hay más de 80 en este pueblo), para comparar diferentes productos y precios. Pero había una cava a la que siempre volvíamos: Les Caves Montesquius, para comprar el champán rosado que le gustaba a mi madre. Muchas cosas han cambiado desde entonces: al champán ahora se le llama cava (desde 1986); ahora no sólo se bebe en fiestas, aniversarios y a los postres sino que se ha convertido en una bebida habitual en las comidas. Pero hay una cosa que no ha cambiado: a mi madre le sigue gustando el Cava rosado Montesquiu más que ningún otro.
Hace unas semanas los Janonautas tuvimos la oportunidad de visitar las Caves Montesquius en una visita guiada organizada por Penedes Lovers. Aquí os explicamos nuestra experiencia.
Situación
Las Caves Montesquius están situadas en el centro urbano de Sant Sadurní d’Anoia en la comarca del Alt Penedès (Barcelona). Actualmente es la única que sigue estando dentro del pueblo.
Historia
Las Caves Montesquius se fundaron en el año 1918 por la familia Santacana y su emplazamiento es el mismo desde aquella fecha. Aunque las instalaciones interiores y exteriores han sufrido cambios y remodelaciones durante estos años el subsuelo sigue intacto. También se siguen utilizando algunos métodos tradicionales y manuales en sus procesos.
Visita
Al acceder a las instalaciones de las Caves Montesquius nos recibe un espacio amplio y diáfano. Este lugar hace las veces de recepción, exposición de productos, zona de degustación, tienda y zona de descanso.
Un recorrido por la zona hace que puedas ver de un vistazo los productos que elaboran. Está, por supuesto, el cava pero también elaboran una línea de vinos que vale la pena probar.
Una vez recorrida la zona de bienvenida bajamos hasta el corazón de les caves. El ámbiente se vuelve húmedo y frío pero interesante. Los compañeros de visita comentamos que sería un lugar ideal para una fiesta de Halloween.
En el corazón de las caves
En este lugar se almacenan las botellas por tipo de cava y año. El tiempo mínimo que tienen que permanecer aquí las botellas es de nueve meses para que el producto pueda ser considerado cava y de 45 a 50 meses para que sea considerado cava gran reserva.
Estas caves, que son las originales aunque se ampliaron en los años 40, fueron excavadas a mano utilizando el mismo método que la construcción de las minas. Para los techos se utilizó la llamada bóveda catalana.
La temperatura es constante en este lugar, entre 16 y 17 grados. Mientras la visitamos hay una gran actividad ya que los operarios están trabajando.
Las botellas están colocadas en lo que se llama rimes. La operación de depositar las botellas se hace de manera manual y pasado el tiempo necesario de estancia (9 meses mínimo) se realiza la «desarrimada» también de forma manual. Las botellas siempre tienen que estar en posición horizontal.
Para llevar las botellas hasta las rimes se sirven de unos railes que recuerdan, por el montaje a piezas, a un «scalextric». Los railes son las vías por las que van circulando las botellas hasta llegar a las rimes donde los operarios las tienen que colocar.
En nuestra visita podemos comprobar como entre las botellas hay algunos huecos. Esto se debe a que es tan grande la presión que provoca la fermentación que algunas explotan durante el proceso. El cava a diferencia del vino realiza dos fermentaciones antes de estar preparado para la comercialización.
Durante este proceso las botellas se almacenan con un tapón de chapa (como los de la cerveza) y deben estar en posición horizontal para que la llamada «madre» se deposite en el fondo de la botella.
Posteriormente las botellas pasan al llamado pupitre y cada día se les tiene que dar un giro de un cuarto de vuelta para que la madre se vaya depositando en el cuello de la botella. Este proceso se puede realizar también de manera mecánica con los llamados girapalets. La madre es la levadura de la fermentación una vez muerta.
Una vez dispuesta en el cuello de la botella la madre debe ser extraida. Para ello hay dos métodos: el congelador, según el cual la botella se mete en una bañera con hielo o líquido refrigerante y una vez congelado el cava se expulsa la madre. Este sería el método mecánico. La forma manual es más dificil de realizar y tiene que hacerla un «degollador» profesional que saca la «madre» de forma manual y con mucha precisión.
Una vez fuera la «madre» se les coloca el tapón de corcho que todos conocemos.
Cuando nos proporcionan los datos de las rimes y botellas nos podemos hacer una idea de las dimensiones del lugar: tres kilómetros de rimes y unas 5.000 mil botellas aproximadamente.
Zona industrial
La visita continúa por la zona de embotellado. Para verlo bien subimos a una pasarela y lo vemos desde las alturas.
Y después de haber bajado y subido, volvemos a bajar para encontrarnos en la zona de admisión donde nos depara una sorpresa: una cata a ciegas.
Sorpresa final
Esta interesante actividad consiste en realizar una cata en pareja con los ojos tapados. En dos copas se sirve un cava tradicional y uno rosado, la gracia está en que debes reconocerlo.
Nos lo pasamos muy bien en esta cata y fue realmente divertida, y sí, los Janonautas acertamos cual era el cava rosado (sería por influencia de mi madre).
Agradecimientos
Agradecemos a Penedes Lovers la oportunidad que nos dieron de hacer esta actividad, a las Caves Montesquius por hacerla tan interesante y a nuestros compañeros de visita por hacerla tan agradable.
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