En nuestro primer viaje a Nueva York tuvimos una gran sorpresa el día que decidimos visitar la Isla de Ellis. ¡Aún hoy se nos pone la piel de gallina cuando rememoramos aquel día! Todo empezó cuando después de ver la Estatua de la Libertad hicimos una parada en la vecina Ellis Island. Aquí está el Museo de la Inmigración al que entramos con algo de curiosidad pero sin muchas expectativas. Unas horas más tarde saldríamos de allí emocionados con la historia de Andrés, el abuelo americano y habríamos desvelado un secreto de casi cien años de antigüedad.

Artículo ganador de los PremiosconB 2019, BcnTB, en la categoría «Relatos de viaje»
La visita
Ellis Island es una pequeña isla situada frente al puerto de Nueva York. Recibe este nombre desde 1770 cuando fue adquirida por Samuel Ellis. Con anterioridad había sido llamada con distintos nombres según la época.

La isla se convirtió en la aduana más importante de la ciudad entre 1892 y 1954. Por ella pasaron los más de 12 millones de inmigrantes que llegaban por mar al país. Además del control aduanero aquí también se realizaban las revisiones médicas a los inmigrantes y, en caso necesario, pasaban la cuarentena si eran portadores de alguna enfermedad no grave. Si tenían alguna enfermedad infecciosa grave, eran polígamos o anarquistas eran deportados a sus países de origen. Actualmente la isla tiene una función sólo turística.

Los Janonautas hicimos la visita a Ellis Island junto con la de la Estatua de la Libertad. Compramos el tique conjunto para las dos actividades y tomamos el ferry que parte de Battery Park en el puerto de Nueva York. Actualmente Ellis Island forma parte del Monumento Nacional de la Estatua de la Libertad.

Primero se realiza la visita a la Estatua de la Libertad y después el ferry atraca en Ellis Island en los antiguos muelles de los trasatlánticos.

Instalaciones
Aunque Ellis Island está formado por varios edificios sólo se visita el edificio principal de las antiguas instalaciones. Tras una gran remodelación se abrió al público en 1990 convertido en el Immigration Museum y dedicado a los millones de inmigrantes que pasaron por la isla. En él se explica la actividad de la isla durante los años en que funcionó como aduana.


El gran hall donde los inmigrantes hacían cola para poder sellar sus pasaportes estaba dividido en compartimentos, normalmente por nacionalidades. Actualmente el hall es una sala diáfana.


En el sótano se pueden visitar las salas en las que los inmigrantes pasaban las exhaustivas revisiones médicas de las que dependía su autorización para poder entrar al país.

¡La Gran Sorpresa!
Una de las cosas más extraordinarias de este museo es que ofrece la oportunidad de consultar el registro digitalizado de todas las personas que pasaron por su aduana. Previo pago de cinco dólares puede accederse a la base de datos desde los ordenadores que hay en el mismo museo.
Mientras paseábamos por las instalaciones Trini recordó la historia de su bisiabuelo al que llamaban Andrés el abuelo americano, obviamente porque había estado en América. Aunque había preguntado no le habían sabido decir a qué zona del continente había ido. Se suponía que había emigrado a algún país de Sudamérica ya que por idioma era lo más lógico.

Decidimos buscar en los archivos sin ninguna esperanza, tan sólo por probar. ¡Imaginad cuál fue nuestra sorpresa al escribir su nombre y encontrar que el abuelo americano había llegado a Ellis Island en 1919!


Fue un momento de gran emoción ya que pudimos acceder a toda la información de cómo llegó, en qué fecha, dónde se alojó, cuánto dinero llevaba al llegar al país y cuánto tiempo permaneció. Hasta qué preguntas le hicieron para darle el visado al abuelo americano.


Pudimos saber que la aventura americana del abuelo Andrés duró cuatro años. La zona donde se instaló fue el Lower East Side, muy cercano a Little Italy y a Chinatwon. Al día siguiente fuimos a visitar la zona por la que el abuelo Andrés se movió casi cien años antes que los Janonautas.

En el número 97 de
Orchard Street visitamos el
Tenement Museum que ha restaurado un antiguo edificio y lo mantiene como estaba en los primeros años del siglo pasado. No podemos enseñaros fotos del interior ya que estaba prohibido realizarlas.


Nos preguntamos cómo pudo un agricultor del pequeño pueblo de Llera (Badajoz)iniciar este viaje solo (su mujer e hijos no fueron con él) y qué le llevaría a una de las ciudades más modernas y cosmopolitas de aquella época. ¿Cómo vivió esos años en una ciudad tan diferente a lo que conocía, rodeado de rascacielos, y sin saber nada del idioma? Para que nos hagamos una idea, en 1919 en Nueva York ya existía el metro y algunos de sus más emblemáticos monumentos y rascacielos ya estaban construidos, como el Woolworth Building, el Flatiron Building, la Estatua de la Libertad o el Puente de Brooklyn.
Sus nietos más jovenes recuerdan como les enseñó a contar en ingles del 1 al 10 y como le pedían que hablase «raro» mientras pasaban ratos con él.
¡Realmente debió ser un hombre muy valiente! ¡Ojalá que una parte de su espíritu aventurero y viajero haya perdurado en algunos de sus descendientes como los Janonautas!