Nos alojamos en el Hotel Atlantis The Palm de Dubai en una escala de dos días del viaje que nos llevaría a Kenia y Mauricio. Habíamos elegido este hotel por ser uno de los mejores de Dubai y también por Clàudia, ya que contaba con un acuario y un parque acuático. El calor en esta época del año en Dubai (agosto) era sofocante y tanto las actividades que realizamos en el hotel como la simple estancia en alguno de sus salones suponía para los Janonautas adentrarnos en un oasis en medio del desierto que representaba este país.
Hotel
El Atlantis The Palm corona la llamada The Palm, un conjunto de tres islas artificiales ganadas al mar y que se han convertido en una de las zonas más exclusivas del emirato. La forma y la decoración exterior del hotel recuerdan a la de su hermano gemelo, el Atlantis Paradise Island, situado en Bahamas.
Las instalaciones del Hotel Atlantis son muy grandes. El hotel cuenta con más de 2.000 habitaciones además de numerosas tiendas, restaurantes, etc. El acceso al complejo se tiene que hacer en coche debido a las medidas de seguridad y el mismo hotel proporciona transporte gratuito a cualquiera de los centros comerciales de la ciudad. Hay también numerosos taxis, sorprendentemente muy económicos, para dar servicio a los huéspedes y visitantes. El transfer del aeropuerto nos dejó en el inmeso porche que daba acceso a la entrada.
A través de las bonitas puertas, decoradas con motivos marinos, accedimos al Hotel Atlantis.
El hall nos dejó sin palabras. Justo delante del mostrador de recepción había una gran figura de vidrio de colores rodeada de grandes columnas.
Como llegamos muy tarde al hotel decidimos ir directamente a la habitación y esperar al día siguiente para disfrutar de todas las posibilidades que se nos ofrecía. Subimos hasta la séptima planta y al salir del ascensor nos encontramos con una preciosa alfombra en el pasillo que daba acceso a nuestro alojamiento.
La habitación era muy amplia y silenciosa, con dos camas enormes en las que nos podíamos perder y además comodísimas. Destacaríamos las almohadas: era como poner la cabeza sobre un nido de plumas. En la época en que nosotros estuvimos no ofrecían wi-fi gratis en la habitación, un aspecto que los Janonautas valoramos negativamente en un hotel de estas características.
Desde el balcón teníamos vistas a la piscina y a la larga playa bañada por las aguas del Golfo Pérsico.
El hotel cuenta con varios salones, entre los que destacamos el que estaba decorado con grandes conchas marinas y que daba directamenten a la zona de piscina y playa.
Las zonas comunes del Hotel Atlantis estaban muy bien indicadas y exquisitamente decoradas.
Las instalaciones interiores se completan con varios pasillos de tiendas en las que se podía encontrar desde pequeños establecimientos de souvenirs hasta tiendas de grandes marcas de ropa.
Y una sala de juegos para los niños y no tan niños, en la que Clàudia disfrutó mucho.
Y todo ello en el marco de una decoración muy cuidada. Estuvieras en la zona que estuvieras la calidad de la decoración era la misma.
Restaurantes
Saffron
Era el restaurante que nos habían asignado para desayunar. Junto a la entrada había una maqueta del hotel y sus instalaciones.
La decoración era oriental y el desayuno tipo bufet con mucha variedad. Había desde los tradicionales productos de desayuno europeo hasta comida japonesa e india. Los zumos eran naturales y de muchos sabores (naranja, piña, mango, sandía, zanahoria …). Y lo mejor de todo: una fuente de chocolate en la que se podían mojar desde brochetas de fruta hasta chuches.
Restaurante Ronda Locatelli
Este restaurante italiano está dirido por el chef Giorgio Locatelli, muy conocido en Italia, además de por su estrella Michelin, por los programas que realiza en televisión y por sus numerosos galardones. La calidad es buena y las raciones grandes. Sobre todo destacamos el gran horno en el que se horneaban los panes y las pizzas.
Kaleidoscope
Es un restaurante con un impresionante bufet de comida de todo el mundo. Los platos están centrados sobre todo en los gustos y sabores de los países mediterráneos, la India y la península Arábiga. Los Janonautas disfrutamos mucho en este restaurante.
La oferta gastronómica se completaba con pequeños cafés y zonas de té que, siguiendo la línea del hotel, estaban exquisitamente decorados.
Como os hemos comentado escogimos este hotel por las actividades alternativas que nos ofrecía. Os detallamos las que nosotros realizamos:
Aquaventure
Aquaventure es el parque acuático del hotel, aunque está abierto a todo el público. El acceso era rápido desde cualquier punto del hotel y gratuito para los huéspedes. Cuando entramos en el parque nos pegó un buen golpe el calor húmedo y exagerado de esas fechas. Se nos empañaron las gafas y el objetivo de la cámara y tuvimos la sensación de estar como en una sauna al aire libre.
Buscamos unas tumbonas libres, colocamos las toallas y nos embadurnamos de crema solar para protegernos del ardiente sol de agosto.
Para recorrer la zona llamada The Rapids, que es un río que rodea el parque, se tienen que usar unos enormes flotadores, para una o dos personas, sentarse encima y dejarse llevar por la corriente. El recorrido tiene una longitud de 1,6 kilómetros. Se pasa por zonas de rápidos intensos, grandes olas y cascadas. Los Janonautas lo recorrimos en varias ocasiones.
La zona de toboganes se llama Zigurat. En él se encuentran entre otros The Leap of Faith, una caída libre de 25 metros del que no pudimos disfrutar por estar realizándose trabajos de mantenimiento. Del que sí disfrutaron Clàudia y Trini fue del Shark Attack, un tobogán, casi vertical, cuyo tramo final es un túnel y hace el recorrido muy emocionante.
Las instalaciones de Aquaventure se completan con una playa privada de 700 metros.
Tuvimos mucho cuidado con el calor y continuamente nos fuimos mojando e hidratando. El suelo parecía una parrilla y no se podía caminar descalzo. Y sobre todo la cabeza siempre protegida por la gorra.
Los Janonautas estuvimos en el parque hasta las 14 horas. Nos lo pasamos muy bien. Clàudia se divirtió mucho y no salió del agua en ningún momento.
Lost Chambers
Lost Chambers es un acuario que está en las instalaciones del hotel.
En muchos de los salones y pasillos del hotel había ventanales que se abrían al acuario y se podía admirar la cantidad y variedad de peces que lo poblaban. También hay habitaciones que dan directamente al acuario.
Además el acuario tiene unas instalaciones propias a las que se accede desde la planta baja del hotel. Estas instalaciones, que son gratuitas para los huéspedes del hotel, son muy grandes. Sus diferentes tanques contienen 65.000 animales marinos entre los que se pueden admirar tiburones, morenas, caballitos de mar y pirañas.
El paseo discurre por distintos túneles y salas de exposiciones, todas ellas relacionadas con la historia de la Atlántida y la búsqueda de esta civilización perdida.
En las distintas salas se encuentra información sobre la vida marina y el hábitat al que representan. A los Janonautas nos llamaron mucho la atención las medusas luminosas que cambiaban de color.
Los fines de semana hay visitas guiadas así como la posibilidad de realizar distintas actividades como bucear en el gran tanque y dar de comer a los peces.
Junto al acuario está el sillón de Poseidón en el que Clàudia no dudó en sentarse.
Los Janonautas nos lo pasamos muy bien en este hotel. Las actividades que hicimos fueron muy divertidas y os lo recomendamos.